¡8O AÑOS DE LA VICTORIA SOBRE EL FASCISMO!

¡8O AÑOS DE LA VICTORIA SOBRE EL FASCISMO!
Dimitri A. Shmarin, “Victoria en Berlín”, óleo sobre lienzo, 60x49.4cm, ROSIZO, Moscú.

Hoy se cumplen 8 décadas del triunfo aliado en Europa, formalizado en la firma de las actas de capitulación al entre el 7 y el 9 de Mayo de 1945.


"Todo ser humano que ama la libertad le debe al ejército rojo más de lo que puede pagar en toda una vida."-E. Hemingway

Este 9 de mayo, el mundo debe recordar a quienes hicieron el máximo sacrificio para detener a las hordas del fascismo, la crueldad y el terror. Fue el Ejército Rojo de los Trabajadores y Campesinos, el que llevó el peso más sangriento de la guerra, humillando y liquidando a la Wehrmacht en Stalingrado, levantando el cerco de campos de exterminio como Auschwitz, e izando la bandera roja de los trabajadores sobre Berlín.

¡80 años después, su ejemplo sigue llamándonos a defender la paz y la justicia con la misma firmeza indomable de aquellos que escribieron con sangre las páginas más gloriosas de la lucha antifascista!

Al conmemorar este día, reafirmamos que la victoria sobre el nazismo, la reacción, el terror y el Capital pertenece a todas y todos los que anhelamos un futuro de paz, de emancipación y de justicia social. Que el ejemplo de las heroínas y los héroes soviéticos nos guíe en la defensa de un mundo donde nunca más resurja la sombra del fascismo.


¿POR QUÉ LA URSS?

Ricardo Fuentes Lecuona - Editor General

La Segunda Guerra Mundial fue, en su esencia más profunda, una guerra de sistemas de clase a escala global. Mientras el mundo capitalista celebra la victoria de los Aliados, es imprescindible recordar que fue la Unión Soviética —el primer Estado obrero y campesino— la que cargó con el peso decisivo de la lucha contra el fascismo, no solo como conflicto entre naciones, sino como choque histórico entre dos sistemas antagónicos: el socialismo, que emergía como esperanza de los oprimidos, y el capitalismo en su forma más brutal y degenerada: el nazismo.

El fascismo no fue un fenómeno aislado, sino la respuesta violenta de la burguesía europea ante el avance del movimiento obrero. Hitler no llegó al poder por casualidad: fue financiado y apoyado por grandes monopolios alemanes como IG Farben, Krupp y Siemens, que veían en el nazismo un muro de contención contra el comunismo. La Alemania nazi fue, en última instancia, la expresión más sangrienta del capitalismo en crisis, dispuesta a exterminar no solo a judíos, eslavos y gitanos, sino también a aniquilar el primer experimento socialista de la historia: la URSS.

Cuando la Wehrmacht invadió la Unión Soviética en 1941, no lo hizo solo para conquistar territorio, sino para exterminar un sistema alternativo al capitalismo. Los planes nazis eran claros: el Generalplan Ost preveía el asesinato o esclavización de 30 millones de eslavos para convertir sus tierras en colonias alemanas.

Frente a este proyecto de muerte, la URSS se levantó no como un ejército más, sino como un pueblo en armas. Los obreros de las fábricas de los Urales, los campesinos convertidos en partisanos, las mujeres en las líneas de producción y combate, todos pelearon con la conciencia de que defendían la supervivencia misma de la idea socialista.

La URSS no luchó solo por sí misma. Liberó campos de concentración, devolvió la dignidad a los prisioneros de Auschwitz y Mauthausen, y arrasó el corazón del Reich para salvar a Europa. Los españoles exiliados, los partisanos yugoslavos de Tito, los resistentes franceses del FTP-MOI (de origen judío e inmigrante) vieron en la URSS su faro.

Ningún país sufrió tanto como la Unión Soviética: millones muertos, ciudades arrasadas, una generación sacrificada. Pero esa sangre no se derramó en vano. La victoria no solo destruyó al nazismo: demostró que un sistema basado en la propiedad colectiva y la planificación económica podía movilizar recursos como ningún imperio capitalista. La URSS pasó de ser un país atrasado en 1917 a vencer a la maquinaria bélica más poderosa de Europa en solo tres décadas.

Por eso, el 9 de mayo, no celebramos solo una victoria militar, sino el triunfo de la humanidad trabajadora sobre sus verdugos. La URSS ya no existe, pero su legado sigue vivo: cada vez que un pueblo resiste al imperialismo, cada vez que se desenmascara a los nuevos fascismos, allí está presente el espíritu de aquellos que alzaron la bandera roja sobre Berlín.

Datos Importantes:

-El objetivo principal del hitlerismo siempre fue la aniquilación del “judeo-bolchevismo” soviético, la exterminación de los “untermenschen” (“subhumanos”) de Europa del Este, y el “lebensraum” (la colonización de sus tierras por alemanes “puros”) .

-La URSS perdió a más de 27 millones de personas, el 13.7% de su población, enfrentando (y derrotando) a la invasión por tierra más grande de la historia de la humanidad.

-Entre el 75 y el 80% de todas las pérdidas del ejército alemán (Wermacht) y el brazo militar del partido nazi (Waffen SS) fueron a causa de la Unión Soviética.

-En el ejército soviético sirvieron más de 800,000 mujeres, muchas en roles de combate; particularmente como francotiradoras y aviadoras.

-La URSS liberó el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau.


LOS ROSTROS DE LA VICTORIA

En occidente se habla mucho de los Eisenhowers, MacArthurs, Pattons, Churchills y DeGaulles, pero ¿conoces a los héroes y heroínas de la URSS?

En el orden de las manecillas del reloj, iniciando por la esquina superior izquierda:

Marina Raskvoa: La primera mujer en la Unión Soviética en recibir un diploma de navegadora aérea profesional. Durante la guerra fundó 3 regimientos aéreos de mujeres. Fue la primera mujer en recibir la condecoración “Héroe de la Unión Soviética”, el máximo honor presentado por la URSS. Sus regimientos eventualmente obtuvieron dicha condecoración al menos 30 veces. Falleció en un accidente en Saratov, en 1943.

Zoya Kosmodemyanskaya: Adolescente partisana (guerrillera) de la región de Tambov. Participó en actos de sabotaje contra el ejército alemán en Rusia central, paricularmente en Vologda. En noviembre de 1941, Kosmodemyanskaya participó en la quema de Petrishchevo, la base de un regimiento de caballería alemán. Fue sorprendida, capturada, torturada y asesinada por los alemanes. En sus últimos momentos desafió a sus verdugos con las palabras:

Ahora me cuelgan, pero no estoy sola. Hay doscientos millones de nosotros. No pueden colgarnos a todos. Me vengarán.

Roza Shanina: Tras la muerte de sus hermanos en el frente, Shanina se presentó como voluntaria para ser francotiradora, y entrenó junto a otras mujeres hasta unirse a la División de Rifles 184, en la que comandó un pelotón de mujeres francotiradoras. Shanina participó en la Operación Bargatión, que terminó liberando gran parte del Báltico y entró por primera vez a territorio alemán (entonces Prusia del Este), donde falleció en acción, víctima de artillería. Su diario de guerra sobrevive al día de hoy.

Lyudmila Pavlichenko: La francotiradora más letal de la URSS (y top 5 entre todos los francotiradores de la historia, hombres y mujeres) con 309 bajas confirmadas. Peleó en Odessa, Senastopol y Stalingrado. Herida en 1942, su gira por EE.UU. desmontó el sexismo "¿Cuántos nazis ha matado usted?", respondió a un periodista obsesionado con su ropa. Pavlichenko sobrevivió la guerra y falleció en los años 70.

En el orden de las manecillas del reloj, iniciando por la esquina superior izquierda:

Nikolai Vatutin: General soviético que orquestó las mayores ofensivas contra el nazismo, Vatutin pasó de ser un campesino a dirigir el Frente de Vorónezh en 1942. Su liderazgo en Stalingrado (donde coordinó el cerco al 6º Ejército alemán) y Kursk (la mayor batalla de tanques de la historia) quebró a la Wehrmacht. Herido mortalmente en una emboscada de nacionalistas ucranianos en 1944, su último informe lo escribió con sangre.

Yakov Pavlov: Este sargento de 24 años convirtió un edificio en ruinas en Stalingrado en el símbolo de la resistencia soviética. Durante 58 días en 1942, él y sus 25 soldados defendieron la "Casa de Pavlov" contra oleadas nazis, usando túneles entre sótanos y minando escaleras. Su comandante, Vasily Chuikov señaló “Alemania perdió más hombres tratando de tomar la casa de Pavlov que la ciudad de París”. La casa, reconstruida tras la guerra con su fachada acribillada, sigue en pie como monumento a la terquedad que salvó a la URSS.

Matvey Kuzmin: De más de 80 años, Kuzmin fingió guiar a un batallón alemán en Pskov, pero los llevó a una emboscada del Ejército Rojo, repitiendo la leyenda del héroe folclórico ruso Iván Susanin. Fue el soldado más anciano nombrado Héroe de la Unión Soviética. Su escopeta de caza, con la que mató a un oficial alemán antes de morir, se exhibe en el Museo de Artillería de San Petersburgo.

Rakhimzhan Qoshqarbaev: Este teniente kazajo de 23 años lideró el asalto final al Reichstag en abril de 1945. Bajo fuego de ametralladoras, clavó la primera bandera roja (una improvisada toalla con la hoz y el martillo) en una ventana del segundo piso, horas antes del famoso izamiento en la cúpula. Hoy una placa en Berlín y una estatua en Astana (la capital de su nativo Kazajistán) honran al "hombre que alcanzó primero al corazón del fascismo".